En verdad, el entorno de tus amigos y compañeros de clase te perdona muchos más errores de lo que podrías pensar. Yo creo que muchos adolescentes sufren alguna clase de inseguridad por pensar que los demás van a pensar mal sobre ellos, y de veras que creo que esas preocupaciones suelen ser infundadas.
Debería hacer un paréntesis para decir que demasiado frecuentemente (con que haya un solo caso en todo el mundo ya es demasiado) ocurre que existe acoso escolar, que básicamente consiste en maltratar a un compañero por cómo es. Eso hace que lo que pueda opinar sobre esto no sea cierto en todos los casos, pero en general sí. Lo que yo opino es lo siguiente:
Evidentemente, hasta cierto punto sí que piensas en los demás en tu día a día en el instituto: tu camiseta mola mucho; vaya, hoy mi amigo está teniendo un mal día; este compañero ha vuelto a catear, etc. Pero yo diría que no es muy común lo de despreciar a un compañero por cómo es y por sus gustos. Que a una parte de tu clase no le guste lo que te gusta a ti no tiene por qué ser un problema. Eso seguro que ya lo sabe casi cualquiera, porque basta con tener amigos con gustos comunes o que sepan escuchar bien sobre temas que no son los que más les interesan.
Pero en lugar de hablar sobre gustos, prefiero hablar sobre otro aspecto de las inseguridades: la apariencia. Por lo menos en mi caso nunca ha sido un problema: en todos los seis años de secundaria, el número de compañeros que he tenido que tienen pelo rapado es apenas uno. Sin embargo, aun siendo una opción minoritaria, la cortísima longitud de mi pelo nunca jamás ha suscitado comentarios negativos. Es que a la gente no le importa tanto. Y si a alguien le importa, se equivoca; que cada uno tenga el aspecto que quiera :v
¿Y los granos? Vale, son un fastidio… y son desagradables, y claro que no favorecen a nadie. Pero es que en todos los adolescentes aparecerán en mayor o menor en medida. Si alguien en mi clase tiene muchos granos, antes pienso en “vaya, le dolerá la cara :(” que en “¡vaya adefesio!”.
E insisto, que al final la de acciones erróneas que son perdonadas por los compañeros y amigos es muy grande. Y menos mal que es así, porque esta es la época correcta para cometer los errores (siempre que no sean muy gordos), ya que cuando seamos adultos no habrá ya margen para errar. En la adolescencia todo el mundo sabe que se aprende muchísimo, y una parte de lo que se aprende es a empezar a pensar en modo adulto, es decir, madurar.
Está claro que alguien con dieciocho años no piensa igual que alguien de cuarenta, pero por lo menos se debería estar capacitado para tomar decisiones racionalmente y ser capaz de asumir responsabilidades y actuar independientemente. Claro que con 18 años se pueden necesitar consejos para cuando se hace algo por primera vez, pero a esa edad ya habría que saber dejar atrás lo infantil cuando hay que hacer algo importante. Entonces con esto ha quedado claro lo que la mayoría ya sabrá: los errores son importantes en el aprendizaje.

Viendo a los niños de primero de la ESO desde la perspectiva de los de cursos superiores, yo y más de uno de mis amigos hemos pensado en alguna ocasión “vaya estupideces que hacen estos niños”. A veces suelto la frase “cuidado, hay niños peligrosos” para referirme a los que, por poner un ejemplo, corretean por el pasillo o causan algarabía. Yo creo que los adolescentes mayores reaccionamos así ante ciertos comportamientos de los pequeños porque hemos aprendido que a nuestra edad eso ya no es socialmente aceptable. Los de primero son bastante pequeños y se les puede perdonar, pero ya irán cambiando de comportamiento a medida que crecen.
El error de causar barullo es uno que se comete muchas veces, pero por crítica constructiva y respetuosa se elimina. Si un compañero no es respetuoso con los demás, sus compañeros le van a llamar la atención y con suerte el chaval aprenderá que le viene mejor tratar bien a los demás. Y si cuando hablas con un amigo se te escapa un comentario que resultó ser muy tonto, te lo va a dejar pasar, porque no es que tenga importancia, sinceramente. Ya te darás cuenta para otra. Es que me paro a pensar y la cantidad de disparates que en ocasiones me han salido por la boca es increíble.
Lo dicho, que el instituto es de los lugares menos desfavorables para cometer errores. Por supuesto que pienso que el primero de todos es la casa, porque antes de tus amigos viene tu familia, pero como ahora estoy centrándome en el aspecto del instituto, no tocaré ese tema.

Hay otro terreno donde hay bastantes inseguridades de adolescentes: los enamoramientos.
Esas ocasiones con emociones tan fuertes no ocurren a todos los adolescentes, pero si tuviera que intentar adivinar, yo diría que a la gran mayoría les habrá ocurrido en algún momento. Lo que pasa es que suele ser un fastidio muy grande, y no lo digo porque resulte triste y angustioso que no sea correspondido (lo es), sino porque sea lo que sea, en la fase inicial de estar enamorado es imposible concentrarse. La mente se te va a esa persona, y al menos inicialmente la duda de qué hacer te causa una ansiedad terrible. Está el interrogante de si decírselo o no. Es complicado sentirse preparado para decírselo, y no sé, tal vez uno puede pensar que de ninguna manera podría reunir el coraje necesario.
Y bueno, yo creo que desafortunadamente es súper normal sentirse así porque si no se tiene experiencia previa en esos casos, la duda causa ansiedad. De hecho, incluso cuando no es la primera vez el pavor puede ser terrible. Y es que lo que a nadie le importa a ti sí por lo especial de tus sentimientos hacia esa persona. En mi humilde opinión yo diría entonces que pasar ese mal trago es difícil de evitar, por lo que no es ese el problema que yo señalo.
Lo que me parece más problemático es las expectativas que se pueden llegar a formar de cómo se desea que fueran esas relaciones. Con un ejemplo se explica mejor. Voy a citar unas palabras que me dijo alguien con 16 o 17 años (no sé si en ese año ya había llegado su 17º cumpleaños o no):
— Lo que daría por acostarme con ella.
Me sabe muy mal citar las palabras privadas de alguien incluso si no estoy dando la más mínima pista sobre quién es, dado que esas palabras sólo las oí yo. Pero es que cuando respondí a ese comentario, la manera en la que respondió a mi respuesta totalmente bienintencionada y respetuosa (de manera que se sintiera mejor) fue bastante irrespetuosa. Lo recuerdo todavía, así que ahora va a ser criticado aquí. Y también se me hace raro hablar de estos tabúes en un medio de comunicación del ámbito educativo, pero es que a mi parecer los tabúes se tienen que tocar en algunos momentos para que se sepan los problemas que puede haber en esos temas.
Entonces esto es lo que pienso sobre esa actitud: no digo que en el caso de que esa pareja (que no son pareja) fuera a tener sexo sea imposible que se les dé bien. Tienen la edad mínima así que por poder se puede. Lo que pasa es que es harto improbable que vaya a ocurrir eso en primer lugar, porque sencillamente no es nada realista esperar que justo esa persona que amas sea la que también está enamorada de ti y que encima esté dispuesta a tener relaciones sexuales.

No creo que le ayude de nada lamentarse por eso. No se me ocurren comparaciones buenas porque esto es algo intangible, pero yo lo veo similar a lamentarse por no tener un jet privado sin tener siquiera algo que comer. Yo diría que en ese caso un trozo de pan ya es una bendición, y que mientras yo tenga pan seré muy feliz (vale, puede que algo menos que si tengo un jet privado, pero aun así mucho). Si el “pan” está realmente asegurado, ya habría que ver qué piensa esa persona sobre ser más que amigos o, alternativamente, decidir seguir siendo amigos “por precaución” por si la proposición de ser más que amigos puede hacer que dejéis de ser amigos.
Para no dejar todo codificado, me explico: para mí el pan es la posibilidad de poder hablar amigablemente con esa persona de vez en cuando. Claro que es preferible que sea cada día, pero también es comprensible que sea por ejemplo tan solo una vez a la semana. Al fin y al cabo, esa persona no tiene tanto interés en ti como tú en él o ella, además de que esa persona tiene otras cosas que hacer. Hay tanta gente que ni responde a mensajes, que son el medio de comunicación principal en el caso de que hablar en persona resulte casi imposible, que ya solo que responda y que de vez en cuando entable conversación es gloria bendita.

Quiero ir a parar que no es bueno para un adolescente sucumbir a las inseguridades y la decepción en este aspecto, porque por mucha aparente expectativa que haya sobre lo de “tener novia o novio”, no hay nada malo en no tenerlo. No es nada malo porque para muchos la prioridad es estudiar y/o concentrarse mucho en una actividad extraescolar que consuma mucho tiempo. Esas personas consideran que no hay tiempo para andarse con relaciones si se diera el caso, y eso es una decisión muy respetable.
Y aunque hubiera una persona que, deseando estar en una relación romántica, no estuviera en ninguna, yo digo que no pasa nada. Que justo ocurra que la otra persona esté tan intensamente interesada en ti es, como ya sabes, extremadamente improbable. Si bien es cierto que ese interés se puede ir creando, eso sigue siendo bastante difícil, así que no hay que sentirse mal con uno mismo por no conseguir eso. Como ya he dicho antes, menos da una piedra, y no eres peor que los demás por eso, porque yo creo que es más habitual que lo otro.
Y claro, debería hacer un inciso para decir que aquí estoy tomando un concepto de las relaciones un poco a plomo: si alguna vez has quedado con un único amigo y no has considerado que ese encuentro ha sido una cita amorosa, ¿por qué iba a serlo quedar como amigos con una persona del otro sexo? Ya que la mayoría de la gente es heterosexual y binaria de género, ocurre que para los niños ser amigo de alguien del sexo opuesto puede ser confundido con que los dos niños estén enamorados cuando eso no es cierto en absoluto. Una parte de madurar es normalizar lo de ser amigo de los del sexo contrario, y eso es algo que, según veo, casi todos hacen bien y con naturalidad. De hecho, con esto me está viniendo a la cabeza el tema de la segregación por sexos en la educación, pero aunque eso me parezca realmente mal y estúpido no voy a irme por las ramas con ese asunto.
Resumiendo:
- No es de ayuda para nada quedarse callado demasiado por miedo.
- Ayuda mucho ser capaz de sentirse satisfecho con cosas más sencillas.
- También ayuda aceptar que es perfectamente normal y válido no haber tenido jamás una relación romántica en estas edades tempranas.
La pregunta típica que puede hacer algún familiar medio en broma de “¿tienes novia?” es una basura de pregunta que, sin tener mala intención, no hace bien a los adolescentes. Crea una expectación social de algo que no existe de esa manera. Ya supongo que la mayoría del mundo sabrá que esa pregunta les debe resbalar.
Y metiéndose en el aspecto concreto no de las expectativas de relación en general sino de las expectativas sobre el sexo, puf, pues ni idea. La cosa es que si llega a haber relaciones sexuales, es fundamental el consenso, que los dos estén en todo momento cómodos con todo lo que se está haciendo, que haya buena comunicación y que haya la debida protección contra enfermedades de trasmisión sexual y los embarazos. Eso es lo que he aprendido de lo que nos han contado en las charlas de educación sexual que nos han dado en años anteriores.
A diferencia de lo anterior, no estoy cualificado para nada para hablar sobre ese tema. Los habrá quienes piensen que es mejor “esperarse” y centrarse en otras cosas, y quienes consideren que uno está preparado. En fin, que se haga lo que sea seguro y que resulte en una experiencia igual de buena para los dos, o si no, nada, que también es una opción muy sabia.
Y ya para terminar, un término que aprendí hace ya tiempo procrastinando en internet: Limerencia, acuñado en 1979 por la psicóloga estadounidense Dorothy Tennov. Sirve para describir el fenómeno que le ocurre a alguien cuando está enamorado de una manera que podríamos decir que tiene un “crush”, es decir, que es esa especie de obsesión y adoración que hay cuando el amor no es recíproco. El único matiz es que crush tiene connotaciones muy inmaduras y de corta duración, mientras que este término abarca ese tipo de enamoramiento obsesivo en todas las edades y puede durar la tira. El crush estrictamente hablando lo llaman «objeto de interés» u «objeto limerente» en esta teoría, pero para no complicarnos lo llamaré crush de aquí en adelante.
Yo creo que cuanto menor sea el nivel de interacción con tu crush, mayores serán estos sentimientos de limerencia, porque a mi parecer se “apaciguan” cuando puedes al menos conversar algo con tu crush, incluso si no da tiempo para casi nada.
Ya mencioné que la limerencia puede durar bastante tiempo, eh, porque aunque pueda estar algo más “apaciguada” después de confesarle tus sentimientos a tu crush, sigue siendo tu crush y vas a seguir enamorado aunque ya sepas que de momento no va a haber relación romántica recíproca.
Limerencia es obsesión, admiración, un deseo súper fuerte de estar con esa persona y un interés muy grande por él o ella. Tu crush permanece 24/7 en tu cabeza y no te concentras bien, porque en cualquier momento se te cuela en la cabeza. No veas lo que fastidia. Cuando ves a tu crush, ¡pum! Te da un chute de felicidad de gran magnitud, pero en cambio hay ocasiones en las que te vuelves incontrolablemente triste (lo que en inglés denominan in the depths of despair) por lo que sea relacionado con tu crush como, por ejemplo, que te deje en visto (que no quiere decir que te odie, sino que tal vez se habrá descuidado, no sabrá qué decir o porque es así). Otro ejemplo sería la posibilidad de no volver a ver a esa persona en un tiempo que es subjetivamente demasiado largo. Eso me ha pasado.

Si no se controla poniendo medidas como hablar con tu crush (al menos eso es lo que me ayudó), te va a estar minando la capacidad de hacer todo lo demás, y también la moral porque ese nivel de ansiedad es muy malo. De hecho, los hay quienes duermen mal o comen mal por estar así de enamorados. Por suerte, eso no me ha pasado.
Los enamorados están a la caza constante (muchas veces, diría yo, sin ser capaces de evitarlo) de pequeños detalles, tal vez como manera de tener esperanza en que pueda ser reciprocada la relación o simplemente como manera de que pueda ir a mejor un pasito pequeño. Obsesión.

Y luego estña la dificultad para que salgan las palabras al hablar con tu crush (no sé si eso también incluye hablar a otros sobre tu crush), mucha timidez súbita en los momentos “críticos” y en general que se te hagan raros e incómodos esos momentos. Pero por suerte, si ya has normalizado algo más a tu crush (aunque que no quepa duda de que la idealización va a seguir produciéndose), al menos ya podrás hablar con él o ella con mayor facilidad y con menores efectos.
Yo diría que «normalizar» en ese significado quiere decir que ya te quitas la duda de si va a haber relación romántica o no: no la va a haber, pero al menos no es que no quiera hablar contigo. Eso ayuda ¿Por qué? Porque ya no hay razón para sentirse inseguro ya que relación romántica no va a haber, y entonces no hay momentos de tristeza extrema. Y sin embargo, sí los habrá de euforia, ya que hablar con tu crush te va a seguir dando chutes de felicidad.
Por mucho drama que sea estar enamorado como adolescente creo que puede estar bien, y es normal. Siempre y cuando no cause que tomes decisiones muy malas o que afecte demasiado a tu rendimiento académico y otras relaciones sociales, yo diría que es incluso beneficioso. ¿Por qué? Porque es la oportunidad perfecta para madurar la forma de pensar. Dicho de otra manera, es como una especie de ensayo y error que sirve para comprender mejor estas emociones y cómo lidiar con ellas. Cuando superas el desafío de hacer vida normal cuando tu cabeza no está normal, has aprendido.
Me estoy yendo por las ramas bastante de lo inicial, pero creo que ya sé cómo conectar más o menos con lo de más atrás, que originalmente trataba sobre las inseguridades sobre el aspecto:
Ya concluí que a la mayoría de la gente le importan un comino los detalles de tu aspecto, pero quería hablar en concreto sobre el aspecto de tu crush. Todos sabemos que idealizamos a más no poder a nuestro crush. He de admitir que, como pasa con todas las especies, tendemos a sentirnos atraídos hacia individuos con un aspecto excelente. Sin embargo, ya que nadie es perfecto, si caíste enamorado de alguien yo creo que no te vas a desenamorar solo porque ese día a ella no le dio tiempo a peinarse como otros días o que a él le hayan salido ojeras. No, ¿verdad?
Por muchas desviaciones que tenga tu crush de los cánones de belleza (tal vez haya un límite, pero no sé, yo creo que, por suerte, sería bastante laxo), el enamoramiento no se va a esfumar, porque en su momento tu crush te causó una impresión tan grande que quedaste prendado. Impresión grande y súbita o que el apego se fue formando hasta que te diste cuenta de que estabas coladito, una de dos.
Yo creo que aunque en mi caso no sea cierto para nada, en general una parte bastante grande del enamoramiento de los adolescentes está basada en el aspecto (aunque ella sí que es hermosa, eso no lo dudo). A ver, digo yo que seguramente también jugará un papel bastante principal entre los adultos, pero es que con los adolescentes siempre están las típicas preguntas de “¿crees que está buena? ¿Crees que está cachas?”. Mi reacción interna es: ¿Por qué demonios os importa tanto? ¿Cuántos al final vais a tener contacto íntimo con ese alguien como para que tenga que ver con vosotros? Smh.
Ni siquiera a quienes importas mucho (los que estén enamorados de ti) les va a importar tanto si tu aspecto es perfecto o no, porque para ellos la importancia radica en que sois maravillosos y maravillosas, y tratarán de pasar el máximo de tiempo con vosotros por muchos comentarios despectivos sobre ti que pueda haber dentro de las cabezas de otras personas malas si las hubiere. En resumidas cuentas: no te preocupes para mí eres ideal tal y como eres.

Es que tener experiencias que consideres satisfactorias con tu crush, aunque solo sea un saludito de nada al entrar al instituto, es una bomba de mejorar la autoestima. Tanto que a veces es demasiado, lo reconozco, pero es que es un sentimiento inigualable. Y además lo dicho, que las relaciones románticas entre adolescentes además de enseñarte cómo obrar cuando estás enamorado, te pueden servir también para aprender a cómo mantener una relación saludable. Es cierto que por muy deseable que eso sea, depende de que tu crush quiera una relación, así que vale, tal vez eso ya es un escenario demasiado ideal. Solo que cuando ocurra una relación, aprende a mostrar cualidades como empatía, respeto, escuchar bien, tener humor y mucho cariño. Es la escuela de las relaciones íntimas.
Y ya lo último que hay que decir es llamar la atención: evita lo tóxico. La posesividad, los celos, la violencia, el sexting y el ciberacoso son basuras dañinas de las que hay que alejarse, y que hay que denunciar a los adultos por mucho corte que dé. Y eso es todo, ya voy a dejar de enrollarme y aquí se acaba.
Aunque crea que nadie jamás lee la revista del instituto, yo lo pongo: espero que lo descrito aquí haya resultado concordar mínimamente con tu propia experiencia o con tu forma de pensar.