La importancia para la izquierda internacional de solidarizarse con Ucrania.

Los países occidentales, entre los que está España, disfrutan de una relativa tranquilidad al haber una falta de guerras en sus territorios. No es que sus territorios estén totalmente libres de violencia, pero no sufren rutinariamente ataques de drones, bombardeos, ocupaciones o interminables insurgencias, lo que significa que cualquier análisis de la realidad geopolítica que hagan los habitantes de estos países será desde la relativamente cómoda (aun así, tampoco mucho, que se diga) posición que disfrutan. Eso puede hacer que se nos escapen algunos detalles muy importantes a la hora de pensar en las guerras que ocurren en otros países que no son tan afortunados como los nuestros.

Por definición, la izquierda siempre ha estado (o al menos debería estar) comprometida con empoderar a los desfavorecidos frente a los abusos de la clase dominante, por lo que se ha colocado en defensa de los oprimidos. Está incansablemente a favor de los derechos de todas aquellas personas discriminadas por todos los motivos y de todos aquellos de cuya falta de poder se han aprovechado para explotarlos y manipularlos con cuentos que no les convienen en absoluto, incluyendo el de que iniciar una guerra pueda ser necesario para los intereses nacionales (lo que el fascista de Putin dice). Sin embargo, en la izquierda occidental hay ciertos sectores que están tan fijados en el imperialismo occidental, que es un problema muy real al que hay que poner fin, que parecen hacer oídos sordos a los hechos obvios de que otras potencias mundiales como Rusia y China también son imperialistas y de que Rusia ya no es la URSS, que igualmente era imperialista (véase su intervención en Afganistán (1979-1989) después de haber sido en 1919 el primer país en reconocer su independencia del Imperio Británico).

Hay sectores de la izquierda en los que circula la idea de que el comportamiento expansionista y no tan defensivo (ejem Libia, ejem Yugoslavia, ejem Irak, ejem Afganistán) causaron el inicio de la guerra por hacer a Rusia sentirse “amenazada” y “rodeada” (ni que la fuéramos a invadir). No digo que no pueda haberse comportado de otra manera, pero la decisión de lanzar la invasión fue 100% de Rusia, que encima se escudó en falsedades para intentar justificarse, diciendo que era para “desnazificar” Ucrania. Ya, pues Putin ha reciclado unas cuantas ideas de Hitler y Stalin en su discurso ultranacionalista. Una cosa es que Ucrania tenga un problema serio con una minoritaria, pero ruidosa, ultraderecha, y otra es que un fascista quiera desacreditar al país entero como nazi.

Habría que hacer un inciso para condenar las leyes anticomunistas que Ucrania aprobó en 2015, un año después de la revolución del Maidán. A Rusia le vino de perlas y las criticó con hipocresía, pero Europa expresó de verdad lo preocupantes que eran para la libertad de expresión en Ucrania. Después de todo lo que Rusia había hecho a Ucrania tanto antes como después de 1991 es muy lógico que Ucrania quisiera distanciarse de ese pasado, pero de ninguna manera debería hacerse así. Se criminalizaron los símbolos comunistas, por lo que, aunque se llevaron a cabo cambios positivos como renombrar calles con nombres de criminales (aunque a ver quién define lo que es un criminal), se obligó a todos los partidos con esa simbología a retirarla para no ser ilegalizados, todo mientras se reconoce en la ley el papel de “luchadores por la independencia” de las organizaciones nacionalistas ucranianas que en la Segunda Guerra Mundial llegaron a colaborar cuando les convenía con los nazis para “limpiar” Ucrania de polacos y judíos. Una parte de los ucranianos ve a Stepán Bandera, uno de esos líderes, como un héroe. Todo mientras cantar La internacional, un himno clave en la solidaridad socialista en todo el mundo (y, por cierto: aunque la URSS lo adoptara como himno hasta 1944, fue concebido décadas antes por un anarquista francés), se puede castigar con nada desdeñables penas de prisión. Lamentable.

Sin embargo, los nostálgicos de la URSS no están en una mejor posición. El ya ilegalizado Partido Comunista de Ucrania, sucesor de la sección de la RSS de Ucrania del Partido Comunista de la Unión Soviética, no era más que una organización rusofílica socialmente conservadora que abanderaba huecamente los principios del marxismo solo por nostalgia al paraíso que nunca fue la URSS, dado que Ucrania fue azotada por una mortífera hambruna evitable hace 90 años (el Holodomor). Siguen pensando que Rusia es sucesora de la URSS y Rusia se aprovecha vertiendo propaganda de falso antiimperialismo. Y más de un izquierdista occidental se lo cree pensando que el mundo sigue dividido en bloques, cuando en verdad Rusia y China son capitalistas hasta la médula. Y aun admitiendo que Rusia y China son potencias capitalistas, existe la creencia de que hay que tener preferencia contra el imperialismo occidental o de que cada persona que se debería encargar del imperialismo de su “bloque”, y que a los demás que les zurzan. Maldito campismo.

Es muy cierto que ni mucho menos todos los izquierdistas son así, y seguramente los que lo son destacan tanto por ser muy ruidosos, pero por eso mismo es importante plantear este tema, aunque yo lo esté haciendo tarde, ya pasados seis meses del inicio de la guerra, para que todos ellos reconsideren su posición respecto de esta guerra. Organizaciones como Stop the War Coalition llevaron a cabo una loable campaña contra la injustificada campaña fiasco en Afganistán (2001-2021) y la invasión de Irak. Sin embargo, en lo que se refiere a la guerra de Ucrania les vendría bien invitar a antibelicistas ucranianos a sus eventos para escuchar las opiniones que cuentan, y tal vez se llevarían un par de sorpresas.

Stop the War Coalition, con el apoyo de algunos personajes importantes de la izquierda europea, ha estado haciendo campaña argumentando que el envío de armas a Ucrania solo va a causar más muertes y que, por así decirlo, lo que habría que hacer es quitar las armas de la ecuación. Todo el mundo preferiría que esto se solucionase por la diplomacia y que la guerra se acabe de una vez, pero no es muy difícil observar que no es que Putin tenga ganas de ello. Si cree que al Kremlin le puede resultar beneficioso seguir combatiendo en lugar de aceptar un trato que también acepten los ucranianos, va a seguir adelante con su agresión. No es suficiente condenar la agresión imperialista: hay que apoyar activamente a los agredidos. Y el quid de la cuestión está en la opinión de los agredidos: nada más iniciar la guerra los ucranianos se movilizaron en masa teniendo claro que querían ofrecer resistencia activa contra lo que está destruyendo sus hogares, sustentos económicos y vidas. Un británico no puede decir “venga hombre, que se acabe ya la guerra” sin consultar a un ucraniano primero. Y los ucranianos opinan que sencillamente no pueden aceptar dejar de luchar así por las buenas porque no significaría otra cosa que capitular y acceder a las demandas fascistas de Putin.

Y lo que nadie debería querer es que Putin imponga en Ucrania unas condiciones que resulten tan inaceptables para la población que resurja el ultranacionalismo revanchista como la corriente dominante y que la zona ocupada sea azotada no solo por la represión de Putin sino por una insurgencia en contra del tratado que busque liberarse de Putin. Daría pie a un conflicto congelado. Taras Bilous es un activista socialista ucraniano miembro del Movimiento Social que ahora mismo está luchando en el ejército contra Rusia y escribiendo cuando puede algún artículo. Él señaló que más gente murió en la guerra civil irlandesa, que enfrentaba a los pro-tratado con Reino Unido (partición de Irlanda y creación del Estado Libre Irlandés) con los anti-tradado, que durante la propia guerra de independencia irlandesa. Dice que no quiere que eso ocurra en Ucrania. Convendría escuchar más a gente como Taras Bilous y Oksana Dutchak, que conocen de primera mano el problema, que a los normalmente bienintencionados pacifistas de Europa occidental. Taras Bilous lo dice bien claro: cuanto mejores sistemas antiaéreos tengan, mejor podrán destruir los misiles rusos antes de que impacten un edificio de apartamentos.

Desde Ucrania el Movimiento Social (marxista antiestalinista) coopera con el Movimiento Socialista Ruso para oponerse a la guerra y ayudar a difundir el mensaje de lo importante que es que la izquierda se solidarice con el pueblo ucraniano, precisamente por el principio del internacionalismo: los ucranianos están decididos a luchar por su autodeterminación para demostrar a Putin que se equivoca y que no va a conseguir sus objetivos. Se puede tener una opinión muy negativa de la OTAN (como yo) y aun así admitir que está siendo muy útil a la hora de ayudar a Ucrania y, gracias al artículo 5, de no darle la opción de atacar a países miembros como las repúblicas bálticas, que están en la OTAN por miedo muy fundado a Rusia. A pesar de sus operaciones agresivas, al menos la OTAN sirve para que Rusia tenga menos vía libre en su imperialismo. Lo mismo ocurre con las sanciones: sienta muy mal tener que hacer daño a la clase trabajadora rusa (y de rebote a la de todo el mundo ya que los capitalistas de Rusia y el resto del mundo lo repercuten en nosotros), pero debilitar todo lo posible a Rusia con tal de que Putin pierda interesa también a los rusos porque abre la puerta a que se liberen de él y su capitalismo corrupto y autoritario para acoger una democracia respetuosa con sus vecinos.

Leópolis, 1 de mayo de 2022: reunión internacional de socialistas pidiendo solidaridad internacional con Ucrania.

En el terreno económico, Zelenski es neoliberal y las organizaciones izquierdistas ucranianas han manifestado su oposición a los retrocesos en los derechos laborales que se han producido durante la ley marcial que Ucrania necesita. Sin embargo, dice Taras Bilous, en lo que se refiere a nacionalismo tienen la suerte de que Zelenski sea moderado dentro de lo que cabe en la situación delicadísima que ha tenido Ucrania desde 2014. Es una suerte porque el nacionalismo puede llevar a tomar decisiones irracionales que no convienen en absoluto en el marco de una guerra, por lo que Zelenski y el pueblo ucraniano, que lo eligió en 2019, sabrán cuándo es el momento correcto para negociar.

Para más información, estos son algunos de los artículos y entrevistas de los izquierdistas ucranianos:

https://commons.com.ua/en/10-zhahlivih-livackih-argumentiv-proti-ukrayinskogo-oporu/

https://againstthecurrent.org/atc219/ukrainian-leftist-speaks/

https://novaramedia.com/2022/03/31/we-asked-post-soviet-leftists-what-the-western-left-is-getting-wrong-on-ukraine/

https://commons.com.ua/en/im-ukrainian-socialist-heres-why-i-resist-russian-invasion/

https://theins.ru/en/politics/252885 <– campaña de sabotaje antibelicista en Rusia.

https://www.opendemocracy.net/es/author/taras-bilous/

https://lefteast.org/the-war-in-ukraine-seen-on-the-ground-interview-with-oksana-dutchak/

https://commons.com.ua/uk/

A veces me gusta escribir cosas de ninguna temática en concreto, en especial de opinión.
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